lunes, 3 de agosto de 2015

Gorka Prada, experto en macrobiótica: «Tolosa juega en la Fórmula 1 de la macrobiótica»





Gorka Prada dio por casualidad con la macrobiótica. Se movía en una distribuidora de productos ecológicos, cuando, de feria en feria, un día, una amiga le invita a comer lentejas rojas con arroz integral. Sin saberlo, fue su primer menú macrobiótico. Le gustó y más aún cuando vio que algunos problemas de salud, como jaquecas, ardores, psoriasis, cansancio, incluso la verborrea y hasta un tumor, se iban disipando. Se lo tomó en serio y ahí fue cuando, según dice, visitó el cielo. La macrobiótica se convirtió en su vida y en su trabajo. Se empleó cuatro años en el restaurante macrobiótico Artatxo-enea y actualmente se ocupa de la huerta, las ferias, e imparte clases de cocina macrobiótica.
-En Tolosa, cada vez se ven más tiendas de productos ecológicos, algún restaurante, cursos de cocina macrobiótica...
-A nivel de Euskal Herria, Tolosaldea está en la Fórmula 1 de la macrobiótica, pero no hay que llevarse a error. En otros lugares no es tan conocida ni tan popular.
-La base es el cereal integral, que se combina con verduras de la región y estación, semillas, legumbres y algas. Está orientado al vegetarianismo, pero también se puede comer carne, que debe equilibrarse a través de los principios del yin y el yang. Es la forma lógica de comer teniendo en cuenta las características de nuestra dentición, las de nuestro intestino y nuestra saliva, entre otras. Un carnívoro, por ejemplo, tiene el intestino más corto que el nuestro, unos colmillos más desarrollados... eso nos habla sobre cuál debería ser nuestro tipo de alimentación. La macrobiótica se adapta además, a la actividad física de cada persona, su constitución, su estado anímico y la región donde vive. Lo único que no varía es el cereal.-
¿En qué se basa el menú macrobiótico?
-El japonés George Ohasawa, la persona que introdujo la macrobiótica en Europa, decía que esta manera de comer expande la conciencia...
-De hecho, su primer objetivo era conseguir la paz mundial. Se fue a Rusia en plena Guerra Fría con la macrobiótica como receta para la paz. Evidentemente no le hicieron caso. El siguiente objetivo era proponer la macrobiótica como medicina natural para mantener la salud y alargar la vida, de ahí su nombre.
-Paz, salud, equilibrio... ¿a la macrobiótica habría que quitarle la palabra dieta?
-Es una técnica o método de desarrollo humano integral, basado en una nutrición equilibrada. Utilizando como herramienta el yin y el yang, logra la expansión espiritual, existencial, emocional, psíquica y física.
-¿Por qué con la macrobiótica pueden mejorar diversos problemas de salud?
-Porque establece una calidad de sangre óptima, y puesto que el cuerpo está en constante regeneración, esta será óptima.
-¿Cuáles son los primeros cambios que experimenta una persona al hacer este cambio en su vida?
-Un gran aumento de la energía, incluso durmiendo menos. Buen humor, buen apetito y hacer de vientre sin esfuerzo y sin manchar, como los animales en la naturaleza. Con el tiempo se consigue armonía, y hay un momento en el que dejas de vivir por tu imagen. Se desidentifica el ego, aunque eso llega mucho más adelante.
-¿Por qué la medicina occidental no toma en consideración esta filosofía? ¿No sería un buen complemento?
-La medicina es un método científico, y hoy en día lo que tiene credibilidad es aquello que se demuestra científicamente. La educación formal es la que tiene más poder acreditativo, es decir, las universidades. Si se estudia medicina, se tiene toda la credibilidad. Si estudias con una señora que vive en una cabaña y que conoce las plantas, eres un brujo. Entonces, hay que creer. Y el que no cree, no lo tiene en cuenta. A favor de la medicina, hay que decir que conoce muy bien de dónde provienen las enfermedades y da con el diagnóstico, pero a mi modo de ver, no ve la salud como un todo. No existe espiritualidad en sus mentes científicas, ni el yin y el yang. Aunque cada vez hay más médicos con conocimientos de homeopatía, de alimentación o que trabajan las energías. Por otra parte, creo que los médicos tienen las manos atadas, porque muchos protocolos vienen impuestos por la industria farmacéutica. Y con la crisis que tenemos, hay que mantener el negocio, y más vale cliente en mano, que sano volando.
-Está siendo muy duro con la medicina ortodoxa...
-Creo que la medicina, en cierto modo, está hecha para la gente que no quiere tomar la responsabilidad de su salud y lo deja en manos de otras personas. La gente no quiere dejar su filete, ni su vino, ni su queso. Les parece más cómodo tomar una pastilla, y después otra...
-Como profesional, ¿qué objetivos se propone?
-Mi objetivo es crear a través de la alimentación una sociedad pacífica desde el individuo, y que éste acoja de nuevo la mentalidad primitiva, como hijos de la tierra y no dueños de ella. En resumidas cuentas, expandir la conciencia, con eso todo estaría solucionado. Pero en términos más mundanos, me conformo con que la gente aprenda a masticar y tenga como base de su alimentación el cereal, que es lo que conecta con lo espiritual. También me gustaría impulsar la dieta macrobiótica en los hospitales.
-Con todos los puntos a favor que tiene la macrobiótica, a veces, cuando una persona decide dar este paso, se siente criticada, ¿por qué?
-Cuando alguien no quiere escuchar algo, lo rechaza. Y prefieren no escucharlo porque saben que podrían alimentarse mejor y no encuentran la voluntad necesaria para ello. Puede que también lo perciban como un ambiente exclusivo, o simplemente les parece demasiado estricta, porque la conocen a través de personas que han querido recuperar la salud a través de esta dieta. Pero la macrobiótica es todo lo contrario. Es libertad. Es aprender a comer de todo sin que te afecte, equilibrando los alimentos. En todo caso, las personas que la practican pueden ser más o menos estrictas. De todas formas, yo animaría a todo el mundo a probar, porque si no, esta entrevista no habrá servido para nada, si acaso para entretenerse cinco minutos tomando un café.

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